Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Según parece, en el campo, ese lugar grande e indefinido a donde nos conducen las vacaciones (salvo que nos lleven a sitios apenas más concretos como la costa) se está desarrollando un drama que los empedernidos urbanitas, lo mismo que si fuéramos selenitas, no vemos. ... Tampoco se ve desde esos otros lugares (a veces no lugares perfectamente intercambiables) situados sobre coordenadas concretas que aspiran a estar llenos de luz y de color tanto por el día como por la noche y que la moderna industria turística, ahora asolada por la covid, trajo al mundo en forma de «destinos» y «resorts». La realidad rural, en general áspera y dura como la erre del castellano (para muestra el comienzo de esta frase) está oculta tras la barrera movediza que delimita las ciudades. No para todos, ni en la misma medida. Hay quien tiene un pueblo al que volver y quien vive en un videojuego. Quien lee para saber de otros mundos próximos y quien se alimenta de los zafarranchos de un mundo de 'celebrities' separado del mundo. Hay cosas que hacen más ciegas a las personas (como los humos aromáticos y los bebedizos infames de los botellones) y cosas que nos abren los ojos.
El lunes salió en este periódico un reportaje sobre las plantas fotovoltaicas y el momento actual (crucial) de su implantación. ¿Dónde está el problema?, dice el habitante de la urbe. Necesitamos esas instalaciones para obtener una energía barata e inagotable, como es la del sol, aunque tal vez no para lograr que baje la factura de la luz, pues parece que alguna oscura maldición lo impide. Es allí donde han de sembrarse las placas solares donde surgen los impedimentos. Los secretos del campo, sus intrigas que transcurren a ras de tierra, pueden tener alguna relación con las moratorias que se solicitan aquí y allá, algunas fundadas en hechos objetivos, otras en las viejas pulsiones que sirven de motor oculto a la tierra de Alvargonzález en cuanto arquetipo algo suavizado por el paso de los tractores y el aumento del nivel de vida (ahora el campo es duro, antaño fue infernal).
Según José Donoso, director de la Unión Española Fotovoltaica, quienes se quejan no son solo asociaciones preocupadas por parajes de alto interés ecológico, sino los vecinos que no han conseguido alquilar sus tierras. Se pueden llegar a pagar 2.000 euros por hectárea. Descontando lo que ya hay, y los tejados, España necesita 37.000 hectáreas de placas solares, un 0,17 de la superficie agrícola. La planta de Ekian, en territorio alavés, tiene 67.000 paneles. A vista de dron nos lleva a la película 'Transcendence', protagonizada por Johnny Depp. Es cierto que hay que extremar las precauciones y fomentar el autoconsumo, pero el futuro, que es mañana mismo, necesita energía. Energía que no acabe con el futuro.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.