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EFE
Princesa a babor

Princesa a babor

Viernes, 10 de enero 2025, 23:55

La primera vez que leí 'La isla del tesoro' quise ser el ingenioso y valiente Jim Hawkins. La segunda, John Silver el Largo, que bebía ron como si lo fueran a prohibir, maldecía lo más grande y tenía un loro, el Capitán Flint, que gritaba «¡ ... Piezas de a ocho, piezas de a ocho!». En cualquier caso, lo que me fascinaba de ambos era la posibilidad de surcar los mares, de ver mundo. Y, aunque me he convertido en una señora de mediana edad a la que sigue sin gustarle el ron, se marea como una perra loca y es incapaz de trepar por un palo a causa del vértigo, cada vez que piso un puerto reverdece aquella aventura infantil y me entran unas ganas horrorosas de subirme a un barco para partir sin fecha de vuelta, sin rumbo conocido y hasta sin maleta, que ya me apañaré yo atuendos pirateriles a lo Maureen O'Hara doquiera que vaya.

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