De niños, si alguien se dejaba una puerta abierta, enseguida llegaba la pregunta: «¿Es que eres de Madrid?». Nunca supe por qué se identificaba a los madrileños como gente que se dejaba las puertas abiertas. Claro que en las playas despreciábamos a los madrileños con ... esa superioridad provinciana que da saber comer un paparajote o pedir helado de 'mantecao' y no de vainilla. Pero no era noticia en los telediarios. Ahora a los madrileños se les llama mesetarios.
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Y en un bar de Oleiros, ese pueblo donde viven los ricos gallegos pero que tiene una rotonda con el Che Guevara, han cerrado unos días para evitar las pretensiones de los tontos de la meseta. «Estamos cansados de la prepotencia que atesora esta gente». No creo que un madrileño que sale mal sea peor que un sevillano que también salga mal. El mentecato no está en peligro de extinción. Y sí, los madrileños siempre tienen las puertas abiertas. También para todos los tontos de fuera.
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