Dan una de romanos», gritaba mi padre desde la sala de estar. Cuatro palabras que bastaban para conseguir que los últimos bocados de manzana, pera o la que fuese fruta del día bajasen por mi garganta. Que echase a toda prisa la loza dentro del ... fregadero y que corriese -no mucho, la casa era minúscula- pasillo abajo en dirección a la tele.

Publicidad

A veces, las menos, llegaba a tiempo para coger los últimos segundos del avance de la película. Las más, me acomodaba en el suelo con los primeros compases de la música de 'Dartacán y los tres mosqueperros', muerto de curiosidad por saber cómo sería la peli de después. ¿Sería una gran superproducción, al estilo de 'Ben Hur', algo que en mi cabeza de niño yo llamaba «de las muy buenas»? ¿Sería quizás un péplum baratejo italiano, algo que yo consideraba solamente «de las buenas»? La respuesta me tenía en vilo hasta que arrancaban los primeros compases, la sobremesa se convertía en tarde y la merienda llegaba cuando Victor Mature o Ed Fury afrontaban el último rollo de la película entre anuncios de Tulipán.

Hay mucho de esa energía increíble que me tenía atado a la televisión en la nueva novela de Alberto Caliani, titulada 'El puño del emperador'. Y fíjense que yo nunca he sido particular fan de la novela histórica. Quiero decir, no más que otros géneros, ni tampoco menos. Quizás por no venir ellas acompañadas de la misma margarina con azúcar que mi madre me preparaba -eran otros tiempos- para merendar mientras me tragaba 'La túnica sagrada', 'Quo Vadis', 'Ursus' o lo que nos quisieran echar aquellos sábados por la tarde.

Tampoco ha sido nunca Alberto Caliani un escritor de histórica. Caliani ha sido de buenas novelas, sin importar el género. Todas las anteriores las he disfrutado con fruición y con gran alegría. Pero esta nueva publicación suya es especial. La historia acompaña a Tamura, una espía guerrera de una tribu en guerra con los romanos, que recibe una misión que va contra su propia naturaleza. Debe infiltrarse tras las líneas enemigas pero en esta ocasión no para matar, sino para llevar una desesperada oferta de paz al emperador Marco Aurelio, antes de que estalle la inevitable guerra.

Publicidad

Nada puede, nunca ha podido, competir con la nostalgia. Pero si hay una novela que venga con su propio bocata de pan con margarina, de las piernas dormidas por estar sentado en la alfombra para ver mejor las batallas en la tele de tubo; si hay una novela que venga con su propia banda sonora repleta de metales, con su enérgica, imperiosa necesidad de que sea verano y te ancles a la tumbona junto a la piscina, para perderte en su universo, es esta. 'El puño del emperador'. No se la pierdan.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad