Por mucho que cambien sus herramientas, el periodismo son datos. Hechos. Realidades. Control del poder. De los poderes. Levantar alfombras. Arrojar luz sobre las tinieblas para que resplandezca lo que ha de salir a la palestra por el bien común. Destapar vergüenzas. Desmontar bulos y ... manipulaciones. Sean de quienes sean. No por un mal entendido afán justiciero, mucho menos por prestar favores a ciertas instituciones o siglas, sino porque la sociedad tiene derecho a ello, y los informadores, la obligación profesional y ética de satisfacerlo.
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En esa tarea, el rigor debe ser un compañero inseparable. El pilar en el que se sustenta la credibilidad, que sin él quedaría reducida a una bella palabra. Un faro aún más necesario en tiempos de 'fake news'; o sea, de 'rigor mortis'.
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