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Virginia Carrasco.
Reverte eterno

Reverte eterno

'Línea de fuego' es un libro asombroso, durísimo, brillante y arriesgado

Sábado, 10 de octubre 2020, 00:35

Hay un pasaje al principio de 'Línea de fuego', la nueva novela de Arturo Pérez-Reverte, que me ha sobrecogido. Arranca la primera escaramuza de la Batalla del Ebro, y ambos bandos se sueltan los primeros tiros. Es de madrugada, y estamos a las afueras ... de Castellets. Los sublevados reculan, los republicanos avanzan. De pronto la lucha alcanza el cementerio, y allí se queda. Unos y otros ansían esa posición vital. Los fusilazos arrecian, y entonces unos y otros rompen las lápidas. Sacan los féretros, arrojan los cadáveres sobre la tierra. Entre el mal olor y la putrefacción reinantes, los combatientes de ambos bandos usan las tumbas como trincheras y los muertos como parapetos. Este es un detalle más -apenas media página, si no me falla la memoria- de una obra repleta de ellos. Gigantesca en extensión y en intenciones. Seiscientas páginas que quieren narrar, desde la perspectiva revertiana, la batalla más trascendental de la historia de este país nuestro. Es la primera vez que Pérez-Reverte se mete en el fregado guerracivilista. Lo hace después de treinta años de carrera evitándolo de forma muy consciente, al menos eso parece desde fuera. Treinta años evitándolo él, treinta años machacando muchos otros. Según rachas, este que les escribe pensaba al ver otra portada, otro cartel de película sobre el tema, «otra más, caray, qué puñetero aburrimiento». Otra historia de buenos y malos, o de todos malos.

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