No sé si a Mohamed VI le pasará lo mismo que a mí, que ya solo recibo cartas del banco y del ayuntamiento. Ahora todo son 'emails' escritos de cualquier manera o mensajes de 'wasap' llenos de besitos y caritas tristes. No me extraña que, ... ante el gozo de haber recibido una carta de verdad, Mohamed haya reaccionado con entusiasmo y locuacidad, como quien recupera de pronto un recuerdo de su niñez.

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A Mohamed le ha hecho mucha ilusión la carta de su amigo Pedro y seguro que le ha perdonado sus fallos gramaticales y sintácticos. ¡Qué importa la filología cuando el amor es sincero! Nos queda por saber si la carta le llegó franqueada, con sellos de bonitos motivos pegados a lengüetazo, o se la llevó personalmente Isabel Gemio atravesando el Estrecho con una furgoneta llena de corazones y cupidos.

También ha sorprendido mucho que el Gobierno español se resistiera a revelar su contenido, pero ahí vi yo el natural pudor del enamorado y hasta llegué a temer que la carta empezase con un «hola Moha, churri, tenemos que acabar con esto que me está matando» o algo así. Luego se ha visto que no era para tanto y que la redacción era más bien tipo Segundo de la ESO. Aunque el asunto está llenando muchos telediarios, yo le habría encontrado un hueco mejor en el programa de la Igartiburu, con las imágenes de los dos protagonistas y uno de esos magníficos titulares llenos de encanto y eufemismo: «Pedro Sánchez tiene una nueva ilusión».

De todos modos, como el presidente no suelta prenda, nos hemos quedado sin saber por qué ha decidido de repente gripalizar la cuestión del Sáhara. No descarto que nos diga que los saharauis, en el fondo, son minoritarios y ultraderechistas.

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