Punto Nemo

Todavía a principios del siglo XX había regiones inexploradas, posibilidades inimaginables, y por eso los escritores imaginaban. Imaginaban, por ejemplo, civilizaciones enigmáticas, poderes inconquistables y conexiones con la eternidad. Pero ya no hay mares poblados por las criaturas aterradoras de William Hope Hodgson y el Wendigo de Algernon Blackwood ya no llama por su nombre a los viajeros perdidos en los bosques del Canadá. El punto Nemo, con su romántico apelativo y el misterio de su enorme lejanía, es un cementerio de naves, o más bien un basurero de naves despedazadas, donde antes de que caiga la ISS han caído muchos otros satélites y cacharros. No, ya no hay selva lo bastante densa ni mar lo bastante remoto como para librarse de la sucia huella humana.

Investigadores de la Universidad de Sevilla han encontrado ibuprofeno en los mejillones de nuestras costas, las de aquí y las de allá. Investigadores de todo el mundo han encontrado otras muchas cosas (disruptores endocrinos, metales pesados) en todos los lugares donde no deberían estar. Esto es es el Antropoceno. Asunción Ruiz, directora de SEO-Birdlife, nos cuenta lo siguiente: su organización ha conseguido que la ONU reconozca un nuevo derecho humano, el de disfrutar de un medioambiente sano, sostenible, limpio. Es curioso que se haya tardado tanto en reconocer un derecho que es la base de los demás. De todas formas, los derechos humanos son famosos por su generalizado y sistemático incumplimiento, como la ley de costas o la recomendación de no volver a congelar un producto descongelado. Asunción Ruiz dice que la gente de su asociación tiene pájaros en la cabeza. Tal vez por eso hacen cosas por los seres humanos. En sus cabezas está la conexión universal entre la salud de todas las especies, y el vuelo de las ideas que cosen el cielo sobre nuestras cabezas, donde las heridas del mundo son invisibles y difusas. Qué importantes son los pájaros.