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En diagonal ·

Miércoles, 5 de enero 2022, 00:05

Dos días hacía que Margaret Thatcher había muerto. La entonces diputada Glenda Jackson lamentó en la Cámara de los Comunes el «extraordinario daño humano» provocado por el thatcherismo. «¡Qué vergüenza!».«¡Siéntate!», le gritaban. El alcalde de Madrid ha dicho que Almudena Grandes no merece ser ... hija predilecta de su ciudad. Tenía que sacar adelante los Presupuestos y transigió en eso. El viudo García Montero lo llamó mezquino. Pero había que ver lo que le llamaban en Twitter. Un día en que los insultos se los repartieron el alcalde, Julia Otero por un vídeo viejo y un experto en delaciones que había desvelado los nombres de jueces que se escondían detrás de usuarios de la red social. Víctor de la Serna expuso en un artículo que Grandes había mentido sobre su padre. Pero lo de Almeida, tenga razón o no, es sorprendente porque no son las formas del PP actual. Un PP melindroso y sostenible subido en el tren de la bruja de la corrección.

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