Que el lenguaje nos une tanto como nos diferencia y nos separa no es noticia. Tampoco que el lenguaje se manipula por la política. No hay que ir a Orwell con su neolengua en '1984' ni a Víctor Klemperer con 'La lengua en el Tercer ... Reich'. Pero mejor no olvidarlos. Porque todo se renueva. Estamos rodeados de tontacos y de verificadores del lenguaje. Según el Gobierno, no hay huelga de transportes, hay boicot. Es como llamar pompis al culo. Feijóo está como vaca gallega sin cencerro a la hora de hablar de padres que matan a sus hijos. Haciéndose la gaviota un lío con la violencia vicaria, la violencia machista y la intrafamiliar (este es término voxero; vaya, ha cedido a la ultraderecha). Que la vida política sea jugar a Tabú es ridículo. No podemos dar las libertades por descontadas, ni siquiera la de hablar escogiendo las palabras que queramos. Llegas a la plantación y el capataz decide que hay que llamarte Toby en lugar de Kunta Kinte.

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