El poder y las nueces

El cisma que han montado en Génova no ha sido fruto de la casualidad. Ha sido alguien con poder que ha visto amenazado con que se lo arrebataran con otro poder más fuerte. Casado y Ayuso se disputan algo que va más allá de unas siglas. De hecho, no descartemos que, de esta pelea, asistamos al nacimiento de otras siglas nuevas porque ambos no puedan convivir bajo las mismas. En la dirección del PP no han soportado que alguien pudiera crecer demasiado. «Al poder le ocurre como al nogal, no deja crecer nada bajo su sombra», como dijo Gala. En cualquier caso y como paréntesis, he de decir que esto de haberse quitado caretas me gusta más que los falsos abrazos y las sonrisas regaladas para la galería.

Tener poder es ponerse al servicio de aquellos sobre los que se tiene autoridad. Y eso no es mostrarles debilidad, ni sumisión, para que te quieran. El poder ha de soportar la crítica. Y ostentarlo no significa inmolarse siempre ante la amenaza porque eso tiene recorrido limitado. El poder se ejerce protegiendo. Dijo Montesquieu que, para evitar abusos, otros poderes han de detener al poder.

Así, el poder es entrega, lucha y la humildad de comprender siempre, pero no ser siempre comprendido. Porque nada importa el juicio de los demás. Como dijo Séneca, el hombre más poderoso es, sencillamente, quien es dueño de sí mismo.