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El título lleva mensaje subliminal. Y es que ayer tuvimos un partido de pádel en el despacho. Algo para hacer equipo, dijeron. Algo simpático, dijeron. Y un huevo. Allí vi miradas torvas, competencia feroz y bolas tiradas a muy mala leche.

Ahora en serio, ayer ... recordé el privilegio de estar rodeado de buenos compañeros. Tenemos un trabajo exigente. Lleno de valles. De lágrimas. Pero con buena compañía también puedes tener el privilegio de que no pase ningún día de tu vida sin haber reído. Y eso es impagable.

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