Abrir el bote y ese olor. El de las pelotas de tenis. A otros les pasa con los libros. A mí me traen malos recuerdos porque me llevan a los libros de texto del colegio. Entre que no me caben más y la facilidad de ... comprarlos electrónicamente, ni los huelo. Prefiero las pelotas, que siempre recuerdan a la felicidad del juego, del fin de semana, de las vacaciones (la suerte de no ser Agassi con sus penas contadas por J.R. Moehringer). Quitar el abrefácil del bote de tres bolas te transporta siempre a la niñez, al Tiro Pichón (el club del que ha salido Carlos Alcaraz), a un pelotazo en la nariz que te hace sangrar. Un anuncio de Wilson muestra tres pelotas en un bote de cartón reciclable «procedente de fuentes sostenibles». Qué hartura. Tampoco es tan nueva la cosa. En los 70 las Tretorn venían en una caja de cartón. Un personaje de Heinrich Böll podía percibir olores por teléfono. He olido las pelotas en el anuncio de un suplemento semanal.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad