Rafa Nadal iba a hablar de su pie izquierdo y de que va a Wimbledon. Pero le preguntaron por su próxima paternidad, que el '¡Hola!' había anunciado («imágenes exclusivas que revelan su embarazo»; a ver, la barriguita de su mujer es la mía antes de ... una colonoscopia). Nadal fue al asunto: «Si todo va bien es cierto que voy a ser padre, pero prefiero no hablar de mi vida privada. No tengo previsto que esto suponga un cambio en mi vida profesional». Obviedad, set y partido. Ni que fuera un padre pringado pensando en el permiso de paternidad. Va a estar preocupado Nadal por la conciliación. A un personaje de 'Downton Abbey' (digamos a lady Mary) ya le extrañaría que la duquesa de Cambridge tenga que estar pendiente en público de su hijo pequeño. Y Roger Federer podía viajar con toda su prole, pero para los ratos buenos, no para los malos. Rafa Nadal es un hombre. Un hombre rico. Un pie puede suponer un cambio en su trabajo, pero un hijo no.
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