El otro día, una amiga me contó que su hijo quería estudiar Derecho. Lo dijo preocupada, como el que tiene una prueba médica. A mí en cambio me pareció un horizonte de lo más interesante, y así se lo dije, porque asumo el oficio como ... la salvaguarda de este Camelot que es nuestro Estado de derecho, lleno de claroscuros y necesitado de seres de luz en vez de sinvergüenzas. ¿Pero cómo defender lo indefendible? Que todo acusado tenga derecho a un abogado es la garantía de que dicho Estado funciona -o que al menos quiere funcionar-, pero a veces me pregunto cómo debe de ser representar a un culpable, a ese ciudadano acusado de algo atroz y que así lo ha confesado. Pocas veces nos enteramos porque los abogados se quedan en ese terreno neutral de la discreción al que los emplaza su código deontológico, amén de su conciencia, ¿qué está pasando entonces con la abogada de dos de los acusados por violación a Gisèle Pélicot, víctima de abusos y vejaciones durante años por 52 hombres?
Publicidad
Todos tenemos un posicionamiento ante la maldad y desde el sofá uno puede condenar o exonerar a quien le dé la gana, pero no convertir las redes en una sala judicial si llevas toga. La letrada Nadia El Bouroumi lleva días colgando vídeos que han convertido el proceso en un producto de consumo. Los graba en su coche y en ellos frivoliza, entre otras cosas, con el impacto de un juicio a puertas abiertas, cuando fue la propia víctima quien lo pidió para que los violadores pasaran vergüenza, y no al revés. Su actitud desafiante contra Pélicot era evidente, a pesar de que su exmarido había declarado haberla drogado para violarla inconsciente. La gota que colmó el vaso fue cuando Bouroumi publicó este fin de semana en Instagram un vídeo en el que sale bailando la canción 'Wake Me Up Before You Go-Go' (despiértame, antes de irte) con el texto: «¡A todos los extremistas del pensamiento que intentan amordazarme! ¡Para ti!».
No sé si es más doloroso que se posicione públicamente durante un proceso del que es letrada o que lo haga de esta reprochable manera, pero ante el clamor de la profesión y la sociedad gala, ha salido a pedir perdón. «Mi mensaje ha sido malinterpretado», ha dicho al respecto de la canción. En Derecho todo es interpretable, pero si no tiene un pase que la abogada haya sido «objeto de amenazas, hostigamiento e insultos públicos» por defender a dos clientes acusados de violación, mucho menos lo tiene hacer de ese proceso un frívolo espectáculo en Instagram. Y esto no es una cuestión legal, sino de conciencia. Este episodio deja nuestro Camelot un poco más lúgubre. Quizá de ahí la mirada de mi amiga, su preocupación, quizá estemos viendo el cartón piedra del escenario.
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.