Hay cosas que siempre vuelven, como la nieve que deja atrapados a conductores de los que te apiadas mientras ves las imágenes y piensas en lo afortunado que eres por no haber tenido que viajar por carretera estos días. Todo va y vuelve, hasta la ... luz se apaga cada día para que la vida se abra paso; ese es nuestro destino también en la alternancia política, sobre todo cuando ves que en Iowa nieva y sale reforzado un Donald Trump que alguno había dado por congelado. También él vuelve.
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Sin entrar a valorar la velocidad con la que ha pasado la legislatura de Joe Biden (uno siente que camina y en verdad va montado en un trineo cuesta abajo), me pregunto si no habremos olvidado el día en que el longevo mirlo blanco desalojó de la Casa Blanca al dragón de siete cabezas que fue Trump, tan pirómano como imprevisible su mandíbula. Aquel noviembre de 2020 el mundo contuvo la respiración: había entonces cierto tufo a azufre que hacía irrespirables las relaciones internacionales, el discurso político, los derechos humanos y hasta la piedad, y era tal el hedor que había generado la legislatura del magnate que hasta el elenco de 'El Ala Oeste de la Casa Blanca' se volvió a reunir para rodar un episodio, 17 años después de haber terminado la serie, con el fin de movilizar al electorado demócrata.
Si alguien podía era él, Josiah Bartlet: el personaje que encarnó el ideal artúrico en la política. El presidente de Estados Unidos interpretado por Martin Sheen nos hizo creer en una política fiel al sentido cívico de su oficio y no a los intereses del partido al que le debes el puesto; nos hizo creer en el honor y la sabiduría del patriotismo bien entendido, en la inteligencia frente al caciquismo, en el debate frente a la tiranía de los memorandos de trinchera. Con la bondad que transmitía la botica de 'Farmacia de guardia', la serie de Aaron Sorkin nos hizo creer en el poder como un medio para mejorar la vida de todos, y no solo la de los ciudadanos para los que gobernaba o la de los protagonistas, caballeros de la mesa redonda de aquel despacho oval, sino también la nuestra, la de los espectadores que veíamos en esa ficción un ideal al que aspirar desde el salón de casa. Es ficción, pero los dragones tampoco existen, y ya ven.
La serie ha vuelto a la tele (está en Amazon) y también Trump ha vuelto a la tele como los temporales: asistir a su victoria ante sus rivales republicanos en los caucus de Iowa ha sido como ver nevar cuando tienes que salir de viaje en coche. ¿Qué hacer ante esta previsión? Las causas judiciales abiertas contra él han sido bolas de nieve, es preocupante que tan solo Bartlet nos haga soñar con vencer dragones.
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