Mi psicópata favorito

Ya ven todo lo que he aprendido con la entrevista publicada ayer en EL CORREO. Lo que ya sabía es que el psicópata ama el poder y el poder ama al psicópata. Y que la distancia entre quienes lo ejercen y quienes se ven afectados por él debilita la empatía y la destruye. «¿Sentirías compasión por alguno de esos puntitos negros si dejara de moverse?», dice Harry Lime (Orson Welles) desde lo alto de la noria del Prater de Viena. Vladímir Putin ha sido proclamado Gran Villano del siglo por una parte del mundo, mientras otra parte reserva el título para Benjamín Netanyahu. Un tercer grupo incluye a ambos en un palmarés bastante concurrido. Los rasgos psicopáticos del ruso vienen avalados por una infancia no muy apta para producir personalidades armoniosas y benevolentes. Su entrenamiento como miembro del KGB sirvió para perfeccionarlos y pulirlos y su larga permanencia en el poder no los ha rebajado.

Los rusos acaban de bombardear su enésimo hipermercado en Ucrania, pero esto no despierta la misma indignación furibunda en mucha gente que sí denuncia los crímenes de Netanyahu, responsable de que el ejército israelí mate a 45 personas indefensas e inocentes para acabar con un par de altos cargos de Hamás (daños colaterales). ¿Es Netanyahu un psicópata? Los hechos hablan, pero también hay quien encuentra disculpables sus acciones. Hamás, por su parte, tiene una personalidad colectiva psicopática, como todas las organizaciones terroristas, y puede repartirse con el Gobierno israelí la responsabilidad del monstruoso dolor que aplasta a su propio pueblo. 'Mi villano favorito' es una película concebida a partir del estereotipo del villano de ficción, pero si tuviéramos que elegir a nuestro 'psicópata favorito' en el mundo real, y en las esferas de poder capaces de incendiarlo, sería mejor no hacerlo: el asunto admite poca broma. Aun así hay quien lo hace y, según parece, muy en serio.