En un planeta extraño

No todos los misterios del planeta pueden ser atrapados por la cámara. Para ver más allá de la zona iluminada hacen falta a veces instrumentos especiales y conocimientos especializados. Lo que yo veo al mirar un paisaje no es lo mismo que ven Ellen Thomas y James Zachos, que saben mucho más y han visto mucho mundo a través de sus mediciones y sus microscopios. Ambos han recibido el Premio Fronteras del Conocimiento en la categoría de cambio climático porque han podido describir la Tierra de hace 56 millones de años, cuando se produjo otro calentamiento que han encontrado en el registro fósil. En ese pasado remoto hubo una extinción masiva de especies y, sin embargo, «el ritmo de emisiones actual debido a la actividad industrial humana a lo largo de los últimos dos siglos es diez veces mayor», ha dicho Zachos.

O sea, vamos por mal camino y quienes nos dicen que no hay que corregir el rumbo son enemigos incluso de sí mismos. En la Antártida y el Ártico, esos fascinantes territorios helados tan importantes para el equilibrio del clima, las misiones científicas encuentran ya cambios preocupantes; no solo que el hielo se derrite más y más tiempo, sino una multitud de consecuencias en fantásticas geografías secretas que realizan secretos trabajos fundamentales. Todas estas cosas que no vemos van a condicionar nuestras vidas y las de nuestros hijos como la guerra de Ucrania, que solo vemos por televisión.

Intentemos ver un poco más allá de nuestras narices, ya que el mundo se extiende mucho más allá de ellas. El mundo está lleno de cosas comparables e incomparables. La comparación entre la Tierra primordial de Zachos y Thoman y la del presente (comparación que los científicos realizan de manera, claro está, científica y meticulosa) permite saber mejor dónde estamos y a dónde nos estamos dirigiendo, qué debemos hacer y qué no debemos seguir haciendo. Otra cosa es que haya gente que no quiera enterarse. Hay gente para todo.