Pavimento

A mí me asombra ver que en mi ciudad últimamente ha crecido el pavimento, se ha extendido o se ha renovado sin concesiones a la tendencia despavimentadora. Por supuesto, las aceras y los enlosados son imprescindibles, sobre todo para canalizar las muchedumbres que convocan el Athletic y Marijaia. Tienen sus prerrogativas las muchedumbres, como las viene teniendo el automóvil. En tiempos antiguos, los adoquines y demás eran una ventaja de las urbes. Cuando la industria pudo proporcionar materiales abundantes, se impuso la tendencia de asfaltar mucho, para que el coche pudiera reinar, y de ponerles cemento a las ciudades hasta en el alma, para que todo estuviera liso, ordenado y muerto.

En mi ciudad hay plazas que son grandes extensiones inertes con arbolillos en los bordes a modo de cenefa decorativa. Las aceras se ensanchan y renuevan en forma de amplios desiertos longitudinales, inhóspitos mientras no crezcan los minúsculos arces recién plantados. Y cuando, en vez de esto, aparece un jardín longitudinal, siempre hay quien se queja porque no puede aparcar el coche. La vida de los vecinos, sin embargo, mejora mucho. No están en la mirada de todos la complejidad de la naturaleza y sus trabajos insustituibles.

En Toledo, la asociación ARBA había empezado la restauración de un parque natural y, aunque tenía un convenio con el mismísimo Ayuntamiento, este ha decidido 'limpiar' el terreno drásticamente y con alevosía. El desbroce ha sido tan minucioso que han 'desbrozado' hasta las protecciones colocadas en suelo replantado. ¿Ineptitud o mala idea? Es verdad que hay personas que no conocen los servicios que nos presta el suelo vivo ni saben qué diablos es la biodiversidad y cómo nos afecta. Cuando quienes gobiernan están entre ellas, se producen daños colaterales.