Viajamos en el omnibus de la Historia… Perdón: se me ha olvidado ponerle la tilde a ómnibus. Y es que esta palabra la tiene el diccionario de la Real (de la Real Academia de la Lengua, no de la Real Sociedad club de fútbol) definida ... como autobús y como tren misceláneo, pero no recoge el significado que está en boga por influencia del inglés. El decreto ómnibus del Gobierno, ese fenómeno atmosférico que levanta polvaredas y agita borrascas, es en realidad un decreto omnibus: en inglés no solo no hay tildes, sino que el omnibus/medio de transporte es ya un uso anticuado y la palabra denomina recopilaciones monstruosas, antologías multiformes y emisiones de episodios que estuvieron separados en el tiempo (hoy día cualquiera se monta un omnibus con una maratón de 'streaming'). En inglés (americano sobre todo) se emplea también como adjetivo para caracterizar leyes, cláusulas, presupuestos, ediciones, exposiciones, acuerdos, encuestas y otras compilaciones con carácter de batiburrillo. Batiburrillo le dicen también al dichoso decreto que la oposición no piensa tragarse entero y pide que se lo den en sus piezas temáticas, lo cual al Gobierno le parece atroz desmembramiento de una criatura a la que quiere dar vida y efecto tal como la ha concebido.
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De nuevo se enreda la política en acusaciones, cuestiones de procedimiento y campañas mediáticas. ¡Qué estruendo de campañas mediáticas! El juez Hurtado y el fiscal Álvaro García Ortiz protagonizan una de las más sonadas y enconadas, y el llamado 'caso Errejón' (campaña de alguna clase urdida en la sombra, aseguran por ahí) ha desplazado al 'caso Koldo', que ya volverá cuando se reavive con materia fresca o con nuevas posibilidades de explotación. La información se explota y se crea y nuestro tiempo marcado por el dominio de lo digital está lleno de vehículos que se entrecruzan en la Red llevando mercancía de todas clases, lo cual incluye la mercancía averiada.
Donald Trump, que ha firmado no tanto una ley ómnibus como un ómnibus de leyes, hace mucha política virtual, tiene su propio 'Twitter' y ha lanzado su propia criptomoneda. El ministro Urtasun acaba de licitar un contrato de 146.000 euros para reanimar las mortecinas redes sociales de la Dirección General de Derechos Culturales y la señora Lidia Bedman, esposa del señor Abascal, factura 63.600 euros anuales al grupo Intereconomía por servicios de «consultoría de redes sociales y marketing». Las redes, lo virtual, lo digital, crean flujos de dinero que, vistos en conjunto, son un océano en el que un pequeño y poderoso (o sea, eficiente) dragón virtual llamado DeepSeek ha provocado un tsunami. Montañas de dinero han desaparecido por arte de magia y cosas reales como las que fabrica Nvidia de pronto valen menos.
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