Me fascina el negacionismo. Tiene la huella de la creatividad humana y la fuerza replicante del gen egoísta de Richard Dawkins. Pero en este caso lo que se replican no son genes, sino memes. Este término, meme (se pronuncia 'miim' en inglés), lo creó el ... propio Dawkins para un concepto suyo: la unidad mínima que, como el gen en lo biológico, crece y se multiplica en el medio social y mental; es decir, en el ámbito de la cultura. A este mundo pertenece el negacionismo: es una fabulosa creación cultural cuyas unidades se transmiten y combinan y recombinan a una velocidad sin precedentes, pues viajan de un extremo a otro del planeta a la velocidad de la fibra óptica.

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Ha llamado la atención que las inundaciones en el Levante español parecen haberlo reforzado en vez de ponerlo en apuros. Puede que la Ilustración y la revolución científica cambiaran el mundo, pero no cambiaron la mentalidad de enormes masas de seres humanos dispuestas a aceptar sin pruebas un relato donde encajar la desasosegante realidad que les toca. Solo piden que encaje a su vez con la forma de sus campos mentales y sus poderosas corazonadas. El corazón capta lo no formulado, lo oscuramente presente, y se entrega a un edificio mental donde pueda identificar sus intuiciones. El negacionismo se define contra la razón y sus modelos del mundo. Se define también contra ciertas corrientes políticas. En ese 'contra' emplea toda la energía de la desconfianza, la rebeldía y el miedo. Las emociones son la energía del mundo mental. Estar contra las vacunas, negar el cambio climático, oponerse a la teoría de la evolución, rechazar la ciencia astronómica es también una forma de rebelarse contra lo que aparece como el modo 'oficial' de ver las cosas, algo que se siente impuesto.

Está muy revuelto el río, y los pescadores tratan de agitar más los fondos y las aguas. La alineación de unas corrientes políticas con el negacionismo y de otras con la agenda verde ha sido nefasta para los intereses de la Humanidad. Esta extraña derecha autoritaria de nuestro tiempo es curiosamente irracional, pero se sirve de lo irracional maravillosamente. En cuanto a la izquierda, hay que distinguir, 'grosso modo', entre quienes ejercen la crítica racional, promueven la ciencia, tienen una visión emancipadora del conocimiento, y aquellos otros que muestran una pulsión irrefrenable a montarnos un Ministerio de la Verdad orwelliano que, de hecho, ya funciona desde su parcela de poder y sus medios. Son capaces de esgrimir una verdad científica como si fuera un dogma. Inspiran la sospecha de que lo que defienden hoy lo podrían negar mañana si les pareciera oportuno. Pero, sobre todo, cuando dicen que están de parte de la ciencia, parecen querer decir que la ciencia está de su lado.

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