El síndrome de Medea es eso que acaba de hacer un hombre en Almería, eso que viene sucediendo año tras año hasta que se han acumulado 78 menores muertos desde 2011 a manos de sus progenitores (que se sepa). 'Medea' es una figura mitológica y ... es una famosa tragedia. Resulta cruel que este comportamiento lleve el nombre de una mujer ahora que las mujeres rara vez son ejecutoras y casi siempre víctimas de semejante horror. Cuando la orden de alejamiento les impide maltratar a la madre, pero el juez les permite ver a los hijos, los maltratadores más contumaces desvían el daño hacia estos. Violencia vicaria lo llaman. Cada vez que un tribunal dicta una orden de alejamiento (cuando la dicta) para evitar que un hombre siga maltratando a una mujer, pero permite que el agresor vea a los hijos y pase tiempo con ellos, está creando un riesgo que por fuerza dará un cierto número de frutos. Según algunos expertos en esta espeluznante conducta humana con nombre de mujer, ni siquiera los pactos entre las partes para retirar medidas de protección deberían permitirse, pues siempre una de ellas está en inferioridad de condiciones (la que cede a las presiones, los prejuicios, las promesas o las amenazas; la que puede sufrir las consecuencias de la desprotección).

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Medea mató a sus hijos para vengarse de Jasón y toda la literatura misógina de Occidente ha ofrecido sus habitaciones a diferentes Medeas, pero también es verdad que en otros tiempos, cuando el padre tenía el poder absoluto sobre su esposa y sus hijos, no necesitaba matarlos para arrebatárselos a la madre. En cambio ella solo tenía poder en el hogar, donde gobernaba en nombre del padre, y solo allí podía tramar y ejecutar sus venganzas. ¿Es posible que en el pasado esta conducta se diera más en mujeres? La Llorona atraviesa el folklore mexicano condenada por el dolor de haber matado a sus hijos. En ese fantasma o divinidad sombría el crimen es la condena, un camino de autodestrucción que el asesino de Almería recorrió hasta el último trecho.

Cualquiera no es capaz de hacer una cosa así, pero cuando la naturaleza humana toma estos derroteros la sociedad debe intentar cerrarlos. Y si es verdad que la naturaleza pone las posibilidades, la ley y las ideas trabajan sobre ellas. Así, quien cree que tiene derecho a dominar a su mujer considera que la violencia contra ella es otro derecho que ejerce amparado en la santa ira de los ofendidos. No hay datos sobre el sexo de los asesinos de sus hijos en las estadísticas oficiales, o no los ha habido hasta ahora, pero en casi todos los casos que saltan a la prensa (y saltan todos) el asesino es el padre. La Medea de nuestro tiempo es un hombre, según todos los indicios, y sabemos por qué.

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