![Dictadores y salvadores](https://s3.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2024/02/07/opi-maizkurrena-koID-U2101454144559qvB-1200x840@El%20Correo.jpg)
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Bukele ha conseguido una victoria electoral sin paliativos, y le habrá dado las gracias a Dios. Los salvadoreños, según parece, están convencidos de que les ha venido Dios a ver; o sea, que Bukele es o bien providencia o bien suerte de la buena. Para ... asegurarse la suerte favorable le han votado en masa. Toda esta buena fortuna a la que apuestan se basa en la mala fortuna de las maras. Para aplastarlas, Nayib Bukele ha empleado métodos expeditivos y ha rebajado la garantía de los derechos humanos. Quizás no había otra forma. A grandes males, grandes remedios. El pueblo de El Salvador así lo cree, y hasta lo creen los familiares de algunos de los 6.000 inocentes detenidos, según los recursos presentados ante la Corte Constitucional por diversas ONG. También es verdad que los pobres de solemnidad se han duplicado durante el último mandato del presidente reelecto, pero sus votantes están dispuestos a pagar cara la derrota de las pandillas.
El pueblo a menudo es políticamente incorrecto. Que se lo digan a Sonsoles Ónega, en cuyo 'show' televisivo la centenaria Esperanza Cortiña dijo que «tendría que venir otro como él». Y se refería a Franco. Porque «ponía a la gente joven recta. Todos los días matan a gente y mujeres… Antes no se veía eso». Cuando las cosas se ponen feas y la democracia no ofrece solución, el pueblo empieza a pensar en mano dura, autoridad y «poner a la gente recta». Quizás los agricultores europeos, desunidos pero soliviantados, sueñan con algo así.
Las maras eran el problema más importante de El Salvador; más aún, el país era un puro problema con dos partidos gobernantes: violencia y corrupción. Entonces llegó Bukele y mandó a parar, como diría Carlos Puebla. Él explica que su plan de choque ha desmantelado la economía sumergida de la extorsión, y eso ha afectado al PIB, pero que la paz traerá inversiones y el regreso de los emigrantes. Hay señales de que esto puede ser así, pero también grandes dificultades a la vista. La mayor es que Bukele tiene el poder absoluto. Empezó con un estado de excepción y ya todo es excepcional en su gobierno. Sabemos que el poder absoluto afecta a la psique, y no para bien.
¿Es Bukele un dictador? ¿Qué clase de dictador es Bukele? Ayer, en este periódico, un reportaje recogía la opinión de Pablo Castro, salvadoreño: el pueblo vota a Bukele porque es el paladín que necesitaba, pero está surgiendo una dictadura, con una nueva élite. En la antigua Roma, la dictadura era una magistratura excepcional que proporcionaba plenos poderes a un hombre para resolver una crisis. Su poder, no obstante, estaba limitado por las leyes y por el tiempo. Los dictadores del mundo moderno pueden prolongar su tiempo hasta la muerte y dar a las leyes la forma que quieran.
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