Calor

En 2006, Vladimir Ladyschenski, que era campeón del mundo de sauna, decidió encerrarse en una a 110 grados. Marcó un hito, pues consiguió sobrevivir seis minutos, ni uno más. El año pasado, durante la ola de calor que afectó al Valle de la Muerte, en medio del desierto de Nevada, no faltaron los turistas que se metieron en él para experimentar la deliciosa temperatura de 57 grados. Al parecer hicieron buen uso de los recursos necesarios para resistirla, pues, según creo, no hubo bajas. Un animalito australiano, el bilbi o bandicut, sobrevive cuando esa misma temperatura afecta a su hábitat, pero es que el muy cuco se fabrica unas madrigueras en espiral donde puede pasar las horas infernales del día. Las personas sensatas hacemos lo mismo. Los turistas no. Cuando me convierto en turista y dejo de ser una persona sensata, soy capaz de abandonar la madriguera con 38 grados en el exterior, pero no estoy fuera mucho tiempo. Siempre el tiempo.

De todas las tonterías que ha cometido la Humanidad con respecto a este tema, la mayor fue la que hicieron las compañías petroquímicas cuando descubrieron que las emisiones de gases que producían sus beneficios producían también un calentamiento muy inconveniente de la atmósfera planetaria, pues decidieron silenciar el descubrimiento y seguir a lo suyo. Y ahí siguen. Dicen los científicos que hace 125.000 años hizo bastante calor porque tocaba periodo interglaciar, pero para encontrar lo que estamos incubando ahora tenemos que remontarnos al Plioceno.

Entonces ¿ha hecho tanto y más calor en el pasado como ahora que las olas de calor son cada vez más largas, extensas e intensas? Sí, pero el cambio fue más lento, y si unas especies se extinguieron, otras tuvieron tiempo de evolucionar. Por cierto, a los primates no les fue muy bien. Y eso que no eran 8.000 millones de individuos, o sea, que requerían menos recursos y además, no dependían de la tecnología digital, tan poderosa y tan frágil.