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Arturo Béjar, que ya estuvo en 'Salvados' diciendo que «Meta se ha vuelto una trituradora de humanidad», ha estado en el Congreso de Periodismo de ... Huesca. Béjar trabajó en la compañía de Zuckerberg. Fue responsable del departamento de 'Protección y cuidado'. Luego comprobó que sus esfuerzos habían sido poco eficaces, porque la compañía no estaba demasiado empeñada en que lo fueran. Su hija le mostró cómo eran las cosas al otro lado, allí donde el acoso es parte de la experiencia de la red y poco o nada se puede hacer para ponerle remedio. Vio que los remedios que él diseño desde la otra parte, la que crea y controla el medio (sea Facebook o Instagram) no estaban, o no estaban activos o eran insuficientes. Dejó Meta. Ahora es un consultor que ofrece sus servicios a quienes quieran y puedan hacer algo para proteger a la gente en las redes sociales, especialmente a niños y adolescentes.
No sé si habrá asesorado a Reino Unido respecto a la 'Ley de seguridad en línea' que acaba de entrar en vigor. Esta ley ha sido tildada de «controvertida». Lo ha hecho, por ejemplo, la revista 'Wired'. También el control que las mismas compañías han ejercido o no en el pasado ha sido controvertido; para unos ha sido insuficiente, para otro innecesario. Los padres de adolescentes que se suicidaron después de que las redes les sirvieran contenido que incitaba al suicidio como quien sirve palomitas no estarán de acuerdo en que la libertad lo es todo. Las leyes intentan coartar la libertad de hacer daño. Con Elon Musk, la red X -antes Twitter- tiene menos moderadores y más odio. En Estados Unidos, Meta se ha enfrentado a unas cuantas demandas, lo mismo que TikTok, conocida por sus mecanismos adictivos y otras cualidades nada beneficiosas. Facebook ha eliminado recientemente los controles externos en nombre de la eliminación de la censura. La censura no siempre es mala.
Estas empresas tienen un patrón de comportamiento que varía según la presión que reciben de la sociedad y de los sistemas judiciales. Reducir costes eliminando equipos cuya finalidad es la protección y la seguridad… bueno, eso es siempre una tentación. Cuenta Arturo Béjar que a Mark Zuckerberg no le gusta que le hablen de ética o de moral o de hacer lo correcto; quiere números. Zuckerberg piensa en números. Los números no tienen empatía. Esto de la autorregulación de las empresas de redes sociales falla por su misma base. Entonces, tendrá que haber un regulador externo. Habrá que hacer leyes. Si fallan en algo, habrá que corregirlas. Los padres de los adolescentes muertos estarán de acuerdo. Para los amos de las redes sociales, esos muertos solo son números. Bajas perfectamente asumibles, daños colaterales que contribuyen a la cuenta de resultados.
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