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Cuando aún no se habían jugado los partidos del pasado fin de semana, había gente del fútbol muy partidaria de suspenderlos, pero no se hizo así (el negocio es el negocio). La forma de acoger la gran marea de dolor que se extiende desde Levante ... ha sido el minuto de silencio decretado por la UEFA. Algunos entrenadores, jugadores y periodistas han dicho que no tenía sentido jugar con el trasfondo de la dana y sus consecuencias. Sus declaraciones han sido una forma de vincularse a lo sucedido y dar a las cosas sus justas proporciones. Han sido una expresión particular, no oficial, de las gentes del fútbol, pues el fútbol 'oficial', como he dicho, ha recurrido al minuto de silencio, muy solemne en el ambiente catedralicio de los grandes estadios, pero que a muchos les ha parecido poco.
Se diría que lo 'oficial' está fallando en esta ocasión terrible, mostrando su rigidez y a veces su mezquindad. Salvo la Corona, dirán algunos, pero ¿es la Corona o es el ciudadano Felipe de Borbón, una persona con un alto sentido del deber, quien ha estado a la altura de las circunstancias? Ayer leí un artículo de Alberto López Basaguren en EL CORREO: «No es el sistema autonómico el que ha fallado, sino un sistema de partidos en el que la confrontación sin cuartel deja inerme al sistema institucional. Un fracaso que no se limitará al sistema autonómico».
Euskadi ha enviado, oficialmente, 60 bomberos a la zona de la dana, pero extraoficialmente ha enviado a 100 ertzainas en 24 vehículos. Vehículos particulares y ertzainas que acuden como señores particulares. Es decir, ellos, junto con otros voluntarios, hacen que nuestra comunidad autónoma aporte más de lo que nuestro Gobierno autonómico aporta. Yo no sé si los protocolos y la distribución de responsabilidades se pueden mejorar, si la burocracia ha actuado más como freno que como procedimiento, pero sé que muchos políticos han seguido jugando al juego de la política que conocen: no el de los grandes proyectos, acuerdos y objetivos, sino el de las rivalidades miserables y la lucha instantánea por el favor de la opinión pública.
Cuando era inminente el desastre natural que arrasó lo construido en el paso mismo del agua, es muy probable que Carlos Mazón no pensara tanto en lo que podía pasar sino en que no le pasara a él lo que al alcalde Almeida cuando hizo todo lo que debía hacer ante una alerta roja y luego se rebotó con la Aemet porque la cosa no había sido para tanto. El principio de precaución es algo que a veces los gestores no consideran porque siguen haciendo política de campaña electoral desde las instituciones. Están a otras cosas. Pero, en el largo plazo, las críticas contra lo que hizo Almeida se revelan vanas. Lo que no hizo Mazón ha sido trágico.
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