Steve Ditko dio su última entrevista en 1968 y ya no volvió a hablar. No existe ni una sola declaración suya posterior. Pocas personas tenían tanto que contar. Podría contar cómo conoce a Stan Lee en un momento en el que está a punto de ... nacer uno de los superhéroes que lo cambiarían todo, un adolescente que recibe poderes de una araña radioactiva - Spiderman-, y de qué manera ese personaje es una revolución en el mundo del cómic.
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Podía contar que a Lee no le gustaba el diseño de Spiderman que le había enseñado su dibujante habitual, Jack Kirby, porque lo que Kirby le había presentado era un poderoso superhéroe lleno de músculos, mientras, en la cabeza de Lee, Peter Parker era un adolescente tirillas y desgarbado que se ponía un traje diseñado por él mismo. Podía, probablemente, dar detalles fascinantes de cómo se inventó ese traje azul y rojo que fue un quebradero de cabeza para cualquier dibujante.
Pudo haber dado mil entrevistas donde diera detalles de cómo ese personaje es el elegido para ser portada del último número de una revista en crisis que iba a cerrar, 'Amazing Fantasy', y de cómo su sola presencia en portada, llevando a un ladrón bajo el brazo mientras se balanceaba sobre la tela de una araña, provocó una inundación de cartas en la editorial como jamás había habido antes pidiendo ver más veces a Peter Parker. Y cómo después llegaría Doctor Extraño, otro icono Marvel.
Nos quedamos sin que nos contase cómo, tras tres años dibujando las aventuras de Spidey y creando a algunos de los villanos que aún hoy son los más conocidos como Camaleón, Duende Verde o Misterio, no aguantó tener más discusiones con Stan Lee por las diferencias creativas entre lo que quería dibujar y lo que el genio del marketing que era Stan le exigía hacer. Y cómo se fue y abandonó a sus criaturas. Pero eligió callar.
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«Nunca hablo de mí. Mi trabajo soy yo. Lo hago lo mejor que puedo y, si me gusta, espero que le guste a alguien más», dijo en aquella última entrevista que concedió antes de decidir ser coherente. Podía, hoy, disfrutar de cierta mítica que sí reciben ya no Lee, sino muchos de los creadores clásicos de personajes que hoy son mito: Buscema, Kirby, Byrne Colaqn o Kane. Podía, al menos, hacer que sus sucesores sintieran cierto revertir de prestigio en su figura, como Siegel y Shuster, como Kane y Finger. Cuentan que murió solo y tardaron dos días en darse cuenta de ello. Murió solo y con sus historias. Su diseño de Spiderman es el tercer icono más reconocible del mundo tras las orejas de Mickey y el logo de Coca-Cola. Su trabajo sigue hablando por él.
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