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En 'La corbata del novio', un viejo cuento mío tremendista y de humor muy negro, en el ágape nupcial se disponen a la cateta costumbre ... de cortar en varios trozos la corbata del novio para subastarlos entre los invitados. Pero el hermano bromista del novio quiere hacer una 'gracia' extra cortando la corbata con una motosierra. El motor de la peligrosa máquina ruge y el novio quiere huir, pero no se lo permiten. La cinta rodante y dentada, en vez de cortar la seda, se engancha, asciende devorando en un segundo la longitud de la corbata y lo que cercena con limpieza es el cuello del novio, decapitándolo.
No estoy seguro de que el cuento fuera un esperpento aumentativo de la realidad (es difícil en el presente superar el listón esperpéntico del panorama real); creo que leí que esto había sucedido en una boda en Granada, pero puede ser un falso recuerdo mío por fallo de memoria. Además de por el amor a la motosierra del fantoche Milei, que ha contagiado al fantoche Musk, me acordé de mi edificante relato por las corbatas color rojo sangre y de largura hasta los testículos de Trump y su vicepresidente Vance (qué tipo; ni hecho de encargo sale más desagradable) cuando el acto de matonismo a dos bandas con Zelenski.
En la película 'El precio del poder', la versión de Brian de Palma macarra y eficaz de 'Scarface', también usan una sierra mecánica con pulcritud: dentro de una bañera para no ponerlo todo perdido. A modo de medida de presión sobre Tony Montana, le cortan primero un brazo y después una pierna a su compinche. En 'La matanza de Texas', que hoy me parece un divertido gran guiñol y en su día, cuando la vi de adolescente, me aterrorizó, tiene a su vez presencia destacada una motosierra. La enarbola el tremebundo Leatherface, uno de los matarifes psicópatas. El plano final posee una cierta dimensión poética del horror. Leatherface ejecuta una especie de baile titubeante (por accidente, ha probado en su pierna los dientes de la sierra) en la carretera, haciendo molinetes con la motosierra, mientras la única superviviente escapa en una camioneta presa de la histeria.
Qué grotesco, siniestro y agresivo es que Milei haya hecho de la dichosa motosierra el símbolo de su política de gobierno de 'cortar por lo sano' el gasto público. Una sutil metáfora en armonía con el desaforado personaje en perenne estado de histrionismo. Sería deseable que sus aquelarres públicos los hiciese con la motosierra siempre en funcionamiento, a ver si con un poco de suerte, en vez de las prestaciones a los ciudadanos, sus sincopados movimientos le cortan por lo sano su imposible cabezota.
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