Inmundo tapón

Cuántas veces la negligencia, la irresponsabilidad, la chapuza y ese defecto nacional que es la improvisación, que intenta resolver los problemas cuando ya están encima, sin previsión alguna, descubre que las más diversas tuberías ocultas que se encargan de canalizar diferentes hechos sociales están mal construidas o carecen de un mínimo mantenimiento y, una vez sucedido el desastre, de capacidad de reacción diligente. Las consecuencias de todo tipo de la tromba de Valencia distan aún de estar resueltas.

En otros casos, no menos fétidos, las tuberías mal hechas están ocultas individualmente, dentro de una persona. Tendrán en mente a varios presuntos, uno de ellos además pone caras de estar oliendo algo fétido. Esos sujetos reciben desde el sieso ocurrencias que emergen por conducto equivocado y cuyo mal aliento del alma los que los rodeaban parecían o fingían no percibir. Al final, la fiscalía anticorrupción o la venganza del rival desatasca el tapón sedimentado en las tripas y el esófago no da abasto para la regurgitación de tanta mierda.

Los casos conocidos, y los nuevos que irán aflorando solo cuando estallen otras cañerías defectuosas o sean saboteadas, manchando de dolor y agravio a víctimas inocentes y hartando todavía más a la ciudadanía, siempre están a merced del pico y la pala que han excavado la fosa del desastre colectivo y al hacerlo han destruido el sistema de tuberías que funcionaba apuntalado por la codicia y la avaricia, y solo queda la negligencia y el crimen. Para la decepción y el desapego hacia la vida política del votante no creo que haya saneamiento posible en estas circunstancias.