Andrés Ibáñez ha escrito 'Leonís. Vida de una mujer' (Lumen), novela que recorre la evolución del papel de la mujer en la historia de nuestro país. En una entrevista le preguntan: «¿Barajó la posibilidad de que pueda levantar recelos entre autoras el hecho de que ... sea precisamente un hombre quien haya decidido escribir sobre el tema?». «En absoluto, aunque sí me planteé que alguien lo iba a preguntar». Sería de no dar crédito si no estuviéramos preparados, como Ibáñez, para estas cosas.
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Imaginen que a Stefan Zweig le hubieran preguntado por qué escribía biografías de María Estuardo o de María Antonieta siendo un hombre. Por no tirar de Flaubert y su 'Madame Bovary' o de Tolstoi y su 'Anna Karenina', que sigo leyendo con tanto respeto como la 'Jane Eyre' de Charlotte Brontë, que esta sí era mujer-mujer. Hasta tuvo que publicar al principio con el nombre de un hombre, Currer Bell. El mismito machismo que ahora, diría SiesSí emperatriz.
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