Urgente Retenciones en el Txorierri por la avería de un camión

La muerte de un indio solitario cubierto con plumas de guacamayo ha sido noticia en todo el mundo. Qué extraño es el destino: viva usted en la soledad más absoluta, cazando tortugas y comiendo monos, para acabar saliendo en los periódicos más que Boris Jonhson ... cuando monta una fiestecita. En mentes más capaces para el pensamiento especulativo que la mía, el caso del indio del agujero podría dar lugar a profundas reflexiones filosóficas, pero a mí me puede un cierto escepticismo selvático, acrecentado desde que estuve en el Amazonas y conocí a un indígena que iba en chancletas, se sabía de memoria todas las canciones de Julio Iglesias e incluso hablaba catalán. No me extrañaría que de aquí a unos días los antropólogos acaben chafadísimos al descubrir que el indio solitario guardaba sus flechas en una riñonera verdiblanca de cuando Cardeñosa jugaba en el Betis.

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También me ha sorprendido que al hombre lo estuvieran «monitorizando». La intención sería buena, no lo dudo, pero resulta inquietante. ¿Hay gente que se dedica profesionalmente a la observación de indios solitarios? ¿Qué anotan? ¿Se limitan a mirarlos desde lejos o pueden dejarles a mano un cartón de leche si ven que la cosa se les complica? Eso de andar monitorizando a indígenas amazónicos como si fueran aguiluchos cenizos me parece una versión especialmente retorcida del 'show' de Truman. Además, en otra intrigante derivada del caso, leo que el hombre ha muerto bastante joven, a los sesenta años, lo que coloca en una difícil posición a los devotos de la medicina naturista. ¡A ver si al final van a ser más eficaces los ibuprofenos que las plumas de guacamayo y las raíces de árboles milenarios!

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