

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Es una ley antropológica que roza la Física: quien llega a la política para crear división acaba probando de la propia medicina. Pasa a pequeña ... y gran escala. Pasa con el movimiento que nació en España con las siglas de Podemos y pasa en la cumbre del Imperio USA con el equipo de Trump, que ya se ha convertido en la casa de los líos. Al populismo trumpista se le empezó comparando con nuestro sanchismo por su ofensiva contra los jueces y los periodistas, pero ya está dando el salto a un macro y micro podemismo. Cuando Trump no le monta una bronca a Zelenski, J. D. Vance llama plebe a los obreros chinos y Lin Jian, portavoz del Ministerio de Exteriores de Pekín, llama ignorante a J. D. Vance mientras Elon Musk, en la Casa Blanca, llama imbécil al asesor comercial Peter Navarro.
'Todos contra todos' es el lema del momento presente, a escala global y local. No resulta tranquilizador que quienes se reparten el pastel del mundo se muevan en el mismo nivel dialéctico de Míriam Nogueras piropeando a los socialistas en Las Cortes el pasado 22 de enero (negligentes, mentirosos, trileros, gandules, piratas, manipuladores, chantajistas…) o de Pablo Iglesias llamando hipócrita y traidora a Yolanda Díaz en ese libro que se titula significativamente 'Enemigos íntimos'. Pablo Iglesias anunció que se retiraba de la política para poder dar rienda suelta a su vocación de tabernero, pero lo que estaba haciendo era prepararse para la venganza tras la barra. Decía Borges que «todo hombre se acaba pareciendo a su enemigo».
Hay quienes llevan dentro el gen de la división. Trump ha llegado por segunda vez a la Casa Blanca con el programa de dividir a los republicanos, a los americanos, al bloque occidental, a todo el planeta… Y ya ha logrado dividir a su propio Ejecutivo, en el que tiene a gente como Elon Musk, que se ha posicionado contra la escalada arancelaria. En esa política de poner aranceles mentales a sus propios socios y de empezar a dividirse él en persona (ahí están sus cambios de opinión repentinos) hay que reconocerle un extraño mérito: no ha formado un Gobierno para enriquecer a sus colegas, como suele ser lo habitual, sino que los ha elegido ricos con el asombroso objetivo de hacerles perder dinero.
Todos contra todos, sí. Podemos tratando de dar marcha atrás a la explosión del Big Bang político, que lo dividió en una sopa de letras populistas, y Abascal, que remató el cercenamiento de la derecha vasca y luego nacional, procediendo ahora a la partición de Vox con la motosierra de La Matanza de Texas (Olona, Espinosa, García-Gallardo…) o sentándose con Trump y con Orbán en una mesa de póker en la que no tiene cartas y lo único que puede hacer es poner cara de malo. Todos contra todos y contra sí mismos.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.