Han pillado a dos vecinos de la villa de Bilbao, ambos de origen senegalés, defraudando un dinerillo al Servicio Vasco de Empleo. Se trata, sí, de un fraude, ya que por desgracia lo estaban cobrando de forma irregular. Mucho me temo que alguien va a ... tener que devolver lo cobrado. Seguramente estas personas no creían estar haciendo nada demasiado perverso. Al fin y al cabo, hacían lo siguiente: uno de ellos trabajaba y el otro cobraba la renta de garantía de ingresos. Hasta aquí todo bien, pero ahora empiezan las irregularidades, porque el que percibía la RGI entraba y salía del país y su amigo iba a Lanbide en su lugar para que sus frecuentes desapariciones no tuvieran consecuencias. Las consecuencias han sido que uno se hacía pasar por el otro, lo cual se llama falsedad documental y suplantación, mientras que el otro le cedía sus datos al primero y seguía cobrando la ayuda en una situación no prevista por ley, lo cual se llama estafa. Además, considerando las circunstancias, puede decirse que cobraba la RGI el que no tenía derecho a ella.
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Dos compañeros han apostado y han perdido en un juego que forma parte del amplio catálogo de la picaresca, repertorio de pequeñas trampas y delitos menores con que las personas escasamente favorecidas por la fortuna buscan los favores de la dama esquiva. Y al perder se han convertido en cómplices. Pero no tienen amigos influyentes que les saquen las castañas del fuego.
Muchos amigos de Donald Trump cometieron delitos bastante peores y recibieron el perdón presidencial antes de que el hombre naranja abandonara el cargo. El 90% de los indultos que concedió recayeron sobre personas vinculadas con él directa o indirectamente, socios o apoyos o apoyos de apoyos. Algunos habían hecho cosas bastante feas, fraudes, estafas y extorsiones de gran calibre, porque son personas poderosas, y cuanto más poder se tiene, mayor es el daño que se puede causar. Sobre casi todos ellos pesaban condenas firmes. La lista completa se publicó en diferentes medios. En internet puede hallarla quien quiera ilustrarse con los detalles de esta desmoralizante lección de historia recientísima. La mayoría de esos indultos son un fraude en sí mismos, pero son perfectamente legales: están dentro de los poderes que la ley concede al presidente estadounidense, quien puede otorgar perdones como los papas medievales otorgaban bulas. Antes de Trump se atendía a criterios morales y se escuchaban las recomendaciones del Departamento de Justicia. Trump atendió, como en todo, a sus intereses personales. Los pequeños fraudes son trampas de supervivencia de los pequeños, pero los grandes fraudes morales afean grandemente el mundo. Y lo pudren.
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