Lo de Infantino, el tío de la FIFA, acusando de hipocresía a Occidente, donde no siempre se respetaron los derechos humanos, es para nota. Como si dijera, oye, que nosotros hemos sido muy malos, dejemos a los otros que lo sean un tiempo. Si no ... fuera, claro, porque el Mundial se celebra en ese país por el dinero. Por el dinero dado y recibido. Es todo tan obvio que no merece la pena analizar la defensa/ ataque de Infantino, tan parecida a la de Irene Montero. No tengo ningún problema en sentirme orgullosa de la civilización occidental y de su herencia. Somos los occidentales (Infantino no es nuevo) los que afirmamos nuestros pecados. Los que nos ponemos el cilicio. Muchos progres (lo llamado 'woke', lo que sea) que critican el Mundial son los mismos que favorecen la identidad musulmana que, por ejemplo, permite en Francia que un conductor de autobús no deje subir a una chica con minifalda. No sé, prefiero que hagan esas cosas en sus países.
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