Me gusta el 7 de enero, Lutxo. Me da paz. Se han acabado las celebraciones, nos hemos zampado todos los bollos, nos hemos bebido todas las botellas y vuelve la vida normal. Con sus más y sus menos. Cuando estás cansado de la vida normal, ... esperas que lleguen las celebraciones, para animarte un poco. Pero en cuanto empiezan las celebraciones, ya estás deseando que se acaben lo antes posible. Resulta encantadora, en cierto modo, la simpleza del mecanismo, ¿no? Ahora hay miles de recursos para distraerse de la forma más descabellada, lo sé. Pero yo, sobre todo últimamente, me suelo entretener mirando, sin más, las nubes que pasan por el cielo, Lutxo. Las maravillosas nubes que pasan y no vuelven más. Ya me entiendes, las nubes pasajeras, Lutxo, viejo amigo.

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El caso es que estamos ahí, un día más, en la terraza del Torino, y de repente pasa una nube enorme con forma de barco. Con forma de galeón pirata. Y dice Lucho: Todas las nubes parecen algo. Y le digo: Es cierto, esa por ejemplo parece un barco, un galeón pirata. Y me suelta: Parece una cazuela; como mucho, un perol. Así es él. No lo puede evitar. No obstante, esta vieja dinámica, en función de la cual, primero: observamos parte de la realidad con pocos medios, segundo: fantaseamos de manera sesgada, y tercero: nos llevamos la contraria unos a otros de un modo automático; esta dinámica, digo, es la gracia y la sal de la vida, supongo. Tiene que serlo. El tira y afloja habitual. Si todos estuviéramos siempre de acuerdo sería tristísimo. Nos gusta el conflicto. A unos les gusta más contradecir rotundamente y otros prefieren matizar con retintín. Llámalo dialéctica parda, si quieres. Pero la existencia sin eso sería más sosa, todos lo sabemos. O deberíamos, porque en esto se basa el motorcillo de la especie: en el tira y afloja. En la tensión.

La tensión hay que mantenerla siempre, Lutxo. Esa es la cuestión, viejo gnomo, le digo. Y entonces me dice que él es hipertenso desde joven o algo así. Que heredó la hipertensión de su padre. Y que está tomando una pastilla diaria desde hace más de cuarenta años. Eso dice. No obstante, como estamos en la semana de los buenos propósitos y dado que todo está cada día más trúmpico y más apocalíptico, yo me he propuesto comer menos porquerías, pasear mucho y decirle a todo el mundo: muchas gracias y muy amable. Aunque no sean amables ni se merezcan las gracias. Es mi plan contra este no sé qué que se avecina y que sospecho que no me gusta mucho, Lutxo, le digo. Y me suelta: Yo diría más 'múskico' que 'trúmpico' y más 'marvélico' que apocalíptico, pero bueno. Ver venir.

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