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Hace poco, la escritora y activista alemana Alice Schwarzer dijo en una entrevista que «estamos ante cambios profundos en la relación entre sexos». Y, a ... continuación, añadió: «Es peligroso». A mí me sonó raro. ¿Peligroso? Entonces todo es peligroso. Todo lo que está cambiando lo es, en cierto modo, claro. Sin embargo, como es obvio, todo está cambiado constantemente, ¿no? Esa es la cuestión. La relación entre sexos, como ella dice, está cambiando, sí. Pero también todo lo demás. Podríamos decir que la vida es peligrosa de por sí. De acuerdo. En cualquier caso, la vida es la vida. Es como es. No va a parar. Nunca lo hace. Apuesta a que un poco más allá estará un poco mejor. Y punto. No puede no creer en esa dichosa quimera.
En cualquier caso, estamos ante cambios profundos en la relación entre sexos, sí, de eso no hay duda. Todo el mundo lo está viendo con sus propios ojos, creo. Y sin embargo, luego están los que han decidido que no quieren verlo. Que son los que son, claro, ya los conocemos. Los que siempre se empeñan en pretender no ver. Y que siempre estarán ahí, supongo. Aunque en menor porcentaje cada vez, quiero suponer también. No obstante, la relación entre sexos ha estado cambiando siempre. Desde el árbol. Ha estado necesitando encontrar su equilibrio emocional y mental en cada momento del viaje porque ese ha sido el único motor de la especie. Restarle ceguedad, añadirle conciencia: ese es el rumbo fijo del piloto automático. A unos nos gustará más y a otros menos, pero el rumbo se ve. Si lo miras con buenos ojos, quiero decir. Lo que pasa es que a veces da miedo, es verdad.
Y esa es la segunda cuestión: el miedo. Esa sí que es una sustancia peligrosa, porque la violencia es el acto seguido del miedo. Nos está dando miedo el rumbo que vemos. Lo que genera distintos tipos de reacciones, en función de dónde te encuentres situado en la red de sinergias globales. Y una de esas reacciones del miedo colectivo cerval es el fascismo. No la única. Pero el miedo genera fascismo, de eso no hay duda, le digo a Lucho, bajo el toldo blanco del Torino, mientras nos tomamos un café. Que el miedo genera fascismo, eso ya lo sabemos, dice Lucho, pero a mí me parece que la relación entre sexos tiene todavía mucho que mejorar. Y le digo: ¿En qué sentido? Y me dice: Pues en lo que se refiere al sentido común, en ese sentido. Así que le digo: Pero el sentido común no existe, es otra utopia, no ha existido nunca, solo es un sueño instalado en el inconsciente colectivo de la especie. Y me suelta: Ya estás tú otra vez con tu especie, lo importante son las personas, no las especies, a ver si nos vamos enterando.
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