La vida se nutre de sí misma. Y somos tiempo. Hace nada, estábamos preocupados por no sé qué cosas importantísimas y, de pronto, ya está aquí otra vez la Nochebuena. Que se viene y se va, Lutxo. Supongo que sabes cómo seguía la canción: eso ... de que nosotros nos iremos y no volveremos más. Qué gracia. Quién sería la Marimorena esa, ¿no?

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No obstante, al llegar estas fechas, digo, yo sigo sintiendo, no sé por qué, el deseo de pararme y hacer un repaso al año, ya me entiendes. La necesidad de echar un último vistazo a lo vivido. En parte, imagino, porque hay algo de carrera de fondo, en esto de la vida. Y en ese sentido, lograr un año más vendría a ser algo parecido a ganar un punto: una especie de logro. Pero sobre todo, creo yo, para reajustar las expectativas. Aunque, a partir de cierta edad, las expectativas no hay que dejar de reajustarlas ni un minuto, pero bueno.

2024 ha sido un año gris. Se lo he preguntado al ChatGPT y me ha dicho que de un gris oscuro o gris tormenta. Ya dice Sloterdijk que el gris es el color de nuestra época. Los personajes más destacados, tanto por sus sonados éxitos políticos como por sus apariciones estelares en los medios son: Trump, Putin, Milei, Netanyahu y sus víctimas sin rostro. Y la tendencia de moda últimamente es la denuncia política prefabricada y las noticias falsas con intencionalidad desestabilizadora. Se trata de montar historias. De escribir relatos cargando las tintas. Se trata de modificar en un sentido u otro la iluminación de las cosas, el sesgo perceptivo y el matiz tendencioso, propiciando, más o menos deliberadamente, la relativización de todo. Que todo pueda verse de tantas maneras, que no se sepa (ni importe mucho) cuál es la verdadera. El Rey lo dijo de forma espontánea: buscan provocar el caos.

La palabra del año en España ha sido 'dana'. Pero a nivel global, según la universidad de Oxford, la palabra del año ha sido 'brain rot', que significa podredumbre cerebral y que alude al estado mental que provoca el consumo excesivo de contenidos vulgares en pequeñas pantallas.

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Un año gris tormenta como pocos, Lutxo, viejo amigo. Pero, ya me conoces, yo siempre he tenido la teoría de que, pase lo que pase, es mejor mirar a la vida con buenos ojos. Ya pasará. Esa es la Ley de Ferdy, Lutxo: 'Pase lo que pase, pasará'. No falla. Se cumple siempre. Y no resulta del todo pesimista. Fatalista, sí. Lo admito. Pero el fatalismo puede ser alegre. Yo me aferro a eso, viejo gnomo, le digo. Y me suelta: Pues la marimorena esa no era ninguna chica guapa, era una gresca multitudinaria con mucha confusión y alboroto, te aviso.

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