Qué intriga

Hay gente que no soporta que le digan que no. Lo gracioso (o quizá, lo triste) es que esa gente que no soporta que le digan que no te dice a todo que no, Lutxo. Les dices una cosa y te dicen no. Les dices ... la contraria y te vuelven a decir que no. Les dices algo que acaban de decir ellos mismos y lo niegan. Te dicen que lo dices mal. Que no lo han dicho así. Que lo han dicho diferente. Haz la prueba y verás. Yo lo hago, a veces. Es divertido. Pero hay que tener cuidado. A algunos les molesta porque sospechan que te estás riendo. Sin embargo, Lutxo, yo con estas cosas no me río porque veo que son burdos automatismos de la mente y eso me apena. Estamos diseñados para la confrontación, no sé si me explico, Lutxo, le digo. Y me dice: No. No obstante, yo ya sabía que me iba a decir que no, claro. A mí, ahora ya, hasta me hace gracia. Que me digan que no, quiero decir. Que te digan que no es maravilloso. Es una buena señal y un lenitivo para el alma. Cada vez que te dice que no alguien que, de antemano, ya sabías que te iba a decir que no sientes una especie de sonrisa en el estómago. Ahora bien, si se inventara un aparato de última tecnología capaz de cuantificar el grado de nerviosismo y violencia que flota en la atmósfera de las sociedades contemporáneas (tal como pueden detectarse, por ejemplo, las moléculas de orina de rata que flotan en el aire), dicho aparato anunciaría que nos estamos aproximando a la zona de peligro. El mundo está en un momento que echa chispas por todos los lados. ¿Qué va a ser lo siguiente? No lo sabemos. Qué intriga. Trump le ha dicho a Putin que ataque a Europa, ¿no es maravilloso, por no decir espantoso?