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No puedes escapar de ti mismo. Es una pena, pero es así. Si pudieras, sería maravilloso hacerlo, aunque solo fuera de vez en cuando. Pero no. Estás atrapado en tu cerebro. Y además, por desgracia, estás condenado a ignorar lo limitado que es. Ahora bien, ... la vida es bella, Lutxo, viejo amigo. Pretender no verlo es un error, le digo, dado que, al parecer, cierto aroma en la brisa de este aire de junio me ha puesto optimista. De modo que estamos ahí, un día más, en la terraza del Torino, contemplando el fluir de los eventos, y me contesta: la vida es bella, pero no todo es tan fácil. Eso es lo que me contesta. Con una llamita en los ojos. Lutxo es el típico cenutrio de toda la vida, pero en algunas ocasiones acierta sin querer. 'No todo es tan fácil', de acuerdo, eso es cierto, Lutxo. En eso te doy toda la razón. Ahora bien, hay que regular las esperanzas. Y hay que hacerlo constantemente. ¿Quién no regula constantemente las esperanzas? Todos regulamos las esperanzas. Si no regulas las esperanzas eres una ilusa. No habríamos llegado hasta aquí, hasta este vibrante pico de la historia, de no haber sabido regular las esperanzas en cada ocasión. Adaptarlas a las posibilidades reales, ya me entiendes. Perder la capacidad de percibir cuales son tus posibilidades reales es lo peor que te puede pasar en un mundo tan despiadado como este. No obstante, Lutxo, si tienes un sueño, persíguelo, le aconsejo. Y me dice que ha soñado con hienas. Y que eran las hienas las que le perseguían a él. En fin, cada vez hay más gente soñando con hienas, creo. Deben de haber echado algo en nuestros sueños y ahora todo el mundo ve hienas por todas partes.

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elcorreo Las hienas