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Ser honesto, ser valiente, dar la cara, ¿quién no querría eso? Todos lo querríamos. Incluso los líderes, claro. Incluso los jefes. Pero no es tan fácil. Échate un vistazo a ti mismo. No hay nada como mirarse uno a sí mismo (o a sí misma) ... para entender y evitar juzgar a lo tonto las debilidades ajenas.
No obstante, el otro día, estaba aburrido y, tal como me temía, fui a ver 'Gladiator 2'. Lo que haces en esta vida tiene eco en la eternidad, dice el héroe, no sin cierto énfasis, en una de sus superfrases. La repite en un par de ocasiones, creo. Pero lo que quería decir es que, antes de la película, dedicaron más de diez minutos a anunciar los próximos estrenos cinematográficos. Y entre todos ellos, me llamó especialmente la atención una película alemana centrada en la figura de Goebbels, el ministro de propaganda nazi, ya sabes, Lutxo. Joseph Goebbels, el genio de las técnicas de manipulación informativa. El que decía cosas como: «Una mentira dicha mil veces se convierte en una verdad». Ese Goebbels.
La película en cuestión se titula, curiosamente, 'El ministro de propaganda'. Un título sin florituras. Aunque el título original en alemán es 'Verführer', que significa seductor. El caso es que, mientras veía el tráiler, pensé que los autores de esa película se habían dado cuenta de que (como decía a cinco columnas un periódico en su portada del pasado domingo) vivimos en la era de la desinformación. Y por eso habían considerado la pertinencia de sacar a colación a Goebbels. Ahora. Porque ahora precisamente hay mucho Goebbels, Lutxo, le digo. Y me suelta: Me han dicho que 'Gladiator' es un truño. Tú sí que eres un truño, le digo yo.
En cualquier caso, este tipo de personas, esos a los que podríamos denominar pequeños 'goebbels' de hoy en día, ¿quiénes son? Los diseñadores de bulos y calumnias. Los manipuladores de la información a base de retorcer los hechos y falsear las intenciones. La pregunta no es quiénes son. Ya sabemos quiénes son, me parece a mí. La pregunta es si nos consideramos capaces de detectarlos y de distinguirlos. Y de actuar en consecuencia. Porque la mayor venganza es no parecerse a aquellos que te hicieron daño, como decía también 'Gladiator', en otra de esas superfrases que se quedan grabadas en la memoria, Lutxo, le digo. Y me dice que a él no le gustan las películas de romanos, que le gustan las de ciencia ficción.
Pues me parece muy bien. A mí las películas de ciencia ficción me resultan muy inquietantes porque, por lo general, tienden a mostrar un futuro próximo muy deshumanizado, Lutxo, viejo gnomo, le digo. Y suelta: esperemos que sea para bien.
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