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El mundo no está loco, es así. Ya lo decía Shakespeare: furia y ruido. Que la vida sea una comedia o una tragedia depende de ti. La vida es lo que hay. La vida no es un género literario. Pero según cómo te la cuentes ... a ti mismo o a ti misma, según el tono que utilices, se convertirá en una cosa u otra. Tú eres el autor, tú eres la autora del relato y, a la vez, eres el público. Porque ese relato es solo para ti.
Cada cual se cuenta la vida como sabe o como puede. Si optas por el tono trágico, tienes que ponerte seria o serio: tienes que usar un vocabulario sobrio y mesurado. Tu discurso tiene que adoptar un aspecto razonable. La tragedia tiene cosas buenas, claro: es convencional. Al menos, tiene prestigio. La comedia, sin embargo, no sé qué decirte. No tanto. Es más frívola. O lo parece. Tomarse la vida a broma no suele estar muy bien visto. En fin. Luego, en el fondo, ya sabes: todos estamos solos, esa es la verdad. Todos estamos un poco locos. Un poco aterrorizados. Un poco tristes. Todos tenemos una pequeña historia de amor más o menos desdichada. Tomarse la vida a broma no es fácil. Huir de la estupidez en un mundo que estimula continuamente la estupidez tampoco es fácil. «¿Dónde está mi sueño dorado?», se preguntaba una angustiada y jovencísima Laura Dern en 'Terciopelo azul', la película de David Lynch. Y sí, naturalmente: con la música adecuada todo da miedo y puede resultar desgarrador.
La música que le pones es importantísima, a eso iba. Reconozco que me gusta volver a ver las películas viejas de Lynch, pero no me preguntes por qué. Todas tienen un algo oscuro e inquietante que es imposible de entender. Puede que sea precisamente eso lo que hace que me resulten atractivas. ¿Dónde está mi sueño dorado? Esa pregunta podría hacérsela cualquiera. La vida es una película de Lynch, si te la cuentas a su estilo.
No obstante, Lutxo, viejo amigo, no niego que últimamente proliferan los episodios de carácter inquietante y aterrador. Así que será mejor intentar tomárselo todo un poco a broma, creo. Rato y Zaplana, por ejemplo, qué casualidad: ambos declarando a la vez. Miras sus caras y ahí está todo: la ambición desmedida, la corrupción, el hundimiento. Se ve hasta la vergüenza, aunque traten de ocultarla. Los jueces de este país tienen que hilar muy fino. Pero bueno, no importa que votes a unos o a otros. Tú sabrás a quién votas. No obstante, no olvides decirles a los tuyos que no dejen que se deteriore la sanidad pública. Porque si les dejas hacerlo en tu nombre lo lamentarás. Si algo hay que tomarse siempre en serio y nunca a broma ese algo es la sanidad pública.
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