Urgente Grandes retenciones en la A-8, el Txorierri y la Avanzada por la avería de un camión

A veces pienso en lo encantadoras que son las élites. No obstante, sospecho que hoy en día las élites sufren mucho. Parecen deprimidas. Puede que no se soporten a sí mismas. De hecho, las élites necesitan mucho afecto, eso es lo que creo. Me refiero ... a todas las élites: las poderosas y adineradas y privilegiadas élites intocables. ¿Por qué se adornan tanto y posan tan dignas? Pues porque necesitan fascinarnos. Necesitan sentirse admiradas. Las élites en el fondo son buena gente. En la práctica puede que no lo sean, claro, pero en teoría les gustaría serlo. Les gustaría porque saben que ser bueno es lo mejor. Y que si eres bueno de verdad, vas a estar bien contigo mismo y te vas a sentir en paz. Tu karma (o lo que sea) va a gustar. Por eso cuando se dirigen a nosotros, a la chusma de las calles, lo hacen con simpatía. Y por eso nos dan tan buenos consejos: es mejor que seáis honrados, es mejor que paguéis a Hacienda: así no os deprimiréis. Ni os sentiréis absurdos. Ni sufriréis como nosotros. Ese es el mensaje. Y es un buen mensaje. Las élites saben que el dinero corrompe. No pueden ignorarlo porque eso es algo que no se puede ignorar, creo. Es como si dijeran: nosotros estamos condenados a engrosar las listas de la corrupción, no lo podemos evitar, es nuestro destino. Pero vosotros, la chusma plebeya, podéis salvaros. ¿Cómo? Muy fácil: pagando a Hacienda. No sabéis la suerte que tenéis, nos dicen las élites. Y tienen razón. Deberíamos ser más agradecidos con ellas. Aceptan corromperse para salvarnos. A mí me dan un poco de pena. Saben que son nuestros modelos, pero ellos mismos nos aconsejan que no les imitemos. Es emocionante.

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