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Estamos Lutxo y yo en el Torino, una mañana más, bajo el toldo blanco, viendo llover y me pregunta: ¿a ti te gusta Elon? Y le digo: ¿quién es ese? Y me enseña la foto y me dice: Elon Musk, el rey del mundo. Y ... le digo: ¿ese muñeco? Pero no es un muñeco, claro. Puede que lo parezca, pero no lo es. Es un ser humano, probablemente, aunque tal vez algo avanzado. Es decir: el resultado de todo lo anterior dispuesto a seguir adelante como sea, lo más rápidamente posible. Y lo de parecer un muñeco, al parecer, le gusta: lo propicia un poco. Verás, si uno, yo mismo, Lutxo, uno cualquiera, incluso tú, supongo, puede entenderse como el conjunto de todas sus experiencias; cada uno de nosotros somos el resultado de todo lo que nos ha pasado en la vida, ¿no? Si eso es así, el hecho de que la humanidad sea como es ahora, en este momento, en el siglo XXI, se tiene que deber a todo lo que hemos ido haciendo antes. A lo largo de la Historia. Y de la Prehistoria, claro. Que es tan larga como la noche de los tiempos y la sed de justicia juntas. Y no obstante dudo que hubiéramos podido actuar de otra manera.
Ahora bien, el hecho de que hayamos llegado a este punto, digo, a este mundo de 2024, lo último de lo último, Lutxo, en el que hay un Putin y hay un Netanyahu haciendo el loco por ahí, cada uno por su lado, pasándoselo bomba sin que nadie les diga nada: uno mira para un lado, otro mira para otro. Y está Sunak y está Macron. Y Biden y la ONU, encogiéndose de hombros, cada uno a su estilo. Eso, digo, todo eso es un mal signo. Muy malo, en mi opinión. Y que de repente Elon Musk aparezca acercándose a la vieja estética totalitaria y empezando a salir en fotos con líderes políticos del talante de la Meloni es un mal signo. Porque seguro que significa algo. Musk, hasta este instante, es solo el hombre más rico del planeta. ¿Quiere eso decir que es el más poderoso? Según, depende, claro. Podría ser un Trump 2 en cualquier momento. Lo será cuando quiera. Si es que quiere. Porque puede que eso no le baste.
Porque Musk lo que quiere en realidad es ser el líder del mundo. O sea, del planeta entero. El planeta Musk, un mundo feliz. A ver, que sus intenciones son buenas, seguro. Pregúntaselo, ya verás. Durante un tiempo, cuando se dio a conocer, contó que había sufrido 'bullying' en el colegio. Musk quiere un mundo sin 'bullying'. Seguro que lo ha dicho muchas veces. No obstante, hay algo en Musk que a mí me da miedo. Pero no un miedo normal. Un miedo raro. Hasta me da miedo que esta columna le pueda llegar por algún medio, ya que tiene tantos, y no le guste cómo le he pintado, ya me entiendes.
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