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A menudo hablamos de la verdad. Pero olvidamos que hay diversos tipos de verdad. Y dentro de cada tipo, distintos criterios. Y en cada criterio, ... perspectivas y enfoques infinitos. Pero no, no te lo creas: es broma. Eso no puede ser. Verdad solo hay una y el que se adueña de ella gana la partida. Aunque no, eso tampoco puede ser así: eso también tiene que ser broma.
La verdad debería ser fácil de definir. Cualquiera debería poder hacerlo, creo. En cualquier caso, la verdad es la verdad y ya está, Lutxo, le digo. Y me suelta: pero ¿te refieres a toda o solo a una parte? Porque si vamos a hablar de la verdad, habrá que hablar de toda la verdad, no solo de una parte, dice. En fin, estamos un día más ahí, en la terraza del Torino, viendo pasar la vida, y le digo: pero lo que en el fondo yo me estaba preguntando es cómo será el que difunde los bulos, Lutxo. ¿Tú cómo crees que tiene que ser el alma de ese personaje? El que crea los bulos y los difunde, digo: ese pájaro.
Porque, vamos a ver, hay mucho bulo en los medios. Y sobre todo en las redes. Mucho 'fake', ya me entiendes. Mucha noticia falsa. Me entiendes, ¿no, Lutxo? Falsa y ojo: con intención política. Falsa y envenenada. Eso alguien lo hace. Eso se hace deliberadamente, Lutxo. Me refiero a que tiene que haber gente experta que se dedique a eso: a crear el bulo con los ingredientes precisos para que resulte lo más incendiario posible.
A algunos ya los conocemos. A algunos de los que se dedican al bulo, digo. Pero hay muchos. Individuos que aprovechan las situaciones más delicadas para sembrar cizaña, como se decía antes. Una expresión muy gráfica. Porque lo de los bulos es eso, básicamente: envenenar la atmósfera en la que se establecen las relaciones. Para excitar los ánimos. Para agitar las cosas. Para provocar el caos, que diría el Rey.
Lo bueno y lo malo de los bulos es que no hace falta ser muy listo para fabricarlos. Quiero decir que es un material burdo y fácil de colocar, en comparación con su enorme poder de deflagración. Porque la intención del que lo hace es arengar a los suyos (aunque sea con mentiras zafias): intentar ponerlos en acción. Los bulos, Lutxo, viejo gnomo, son gasolina en determinadas circunstancias de crisis o catástrofe social. Y ahora siempre estamos en crisis o hay alguna catástrofe social. La sola redifusión de bulos debería estar penada, si no lo está. Cuidado con la calumnia. Hay que defender la racionalidad. La irrupción de la irracionalidad es siempre preludio de algo terrible, le digo. Y me contesta que a él siempre le ha fascinado la ficción distópica. Tal como me temía.
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