Dijo al principio Mónica Oltra que ella no iba a dimitir «por estética». A mí me da mucha pena que alguien con tanta devoción por la belleza acabe claudicando. Los estetas sufrimos mucho, querida Mónica, porque estamos rodeados de gente fea, prosaica y mezquina como ... los fiscales o ese tal Ximo. Te confieso, no obstante, que en este asunto tuyo andaba yo muy perdido, quizá porque ingenuamente pensaba que el lema 'hermana, yo sí te creo' era de aplicación universal y ahora veo que no. El silencio de Irene Montero me demuestra que hay que creer a pies juntillas a la hermana Juana Rivas o incluso a la hermana Rociíto, pero no a una hermana menor y tutelada, víctima de abusos sexuales, que ya sabemos cómo son esas chicas. También me da rabia que para unos jueces que muestran algo de perspectiva de género va y resulta que son ultraderechistas, uno ya no puede estar seguro de nada.

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Reconozco que yo mismo puse en duda tu afición por la estética, amiga Mónica, cuando vi la fiestuqui esa que montasteis el sábado, con los bailoteos, la música y unos gorritos naranjas, todo muy Benny Hill. A bote pronto pensé que Manet habría preferido ganarse la vida pintando las rayas de una autovía antes que retratar esa merienda campestre. Luego caí en la cuenta de que estéticas hay muchas y probablemente la tuya vaya más en la línea de Piero Manzoni que en la de Ghirlandaio. En cualquier caso, hay que admitir que celebrar una imputación por todo lo alto es una 'performance' novedosa y arriesgada, muy transgresora, cuyo vídeo podría emitirse en bucle en el IVAM con algún cartelito informativo del tipo 'Luchando contra el fascismo a saltitos. Mónica Oltra, 2022'.

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