Elija: ser idiota o escuchar

Pero no solemos escuchar. Reflexionemos sobre si las más de las veces escuchamos 'para comprender' o escuchamos solo 'para responder'. Para intervenir. Es incompatible atender con preparar una respuesta. Porque no se pueden hacer dos cosas a la vez: dicen los expertos que, si el cerebro escucha de verdad, no puede hacer otra cosa. Requiere atención plena.

Hay dos razones para no prestar atención. O porque creemos que lo que nosotros aportamos a la conversación es mejor, o porque desmerecemos al interlocutor mismo. O ambas. No hay más que ver un debate en el Congreso. Promesa: cuando escuche a un político decir a otro «tienes razón, me has convencido», tendrá mi voto fiel. Porque cuando una idea nos hace desmerecer a todo aquel que no la comparte, no es idea: es ideología. Pero tendemos a desmerecer lo que escuchamos, porque juzgamos. Sobre todo, a quien nos intenta enseñar algo. «Pero ¿quién es este para…?» Decía Platón que hay que ser amable, porque cada uno está librando una íntima batalla, de la que quizá no lleguemos a saber nunca.

Así que escuchemos. Seamos amables. Y eso, además, nos hará ser más inteligentes. Siempre he pensado que cuando se dice de alguien que es una persona con mucho que decir es porque dice poco. Y escucha mucho.