Denys Finch Hatton era un cazador amante de la escritora Karen Blixen, autora de su autobiográfica novela 'Memorias de África'. Miles de mujeres mantenemos en nuestro disco duro a Robert Redford interpretándole. Las españolas lo hacemos recordando la voz maravillosa del doblador del actor enfatizando, ... susurrando y apoderándose de nuestro corazón por la maravillosa forma de paladear las palabras. Estuve tentada de buscar el teléfono de Manolo García, que así se llama, para que me llamara de vez en cuando y con su voz me recitara algunos diálogos de esa maravillosa película. Porque la voz tiene extraordinarios poderes de evocación. Puede enamorarte o desatar aversiones irrefrenables. La voz es la mercancía que transporta las emociones y sus modulaciones sirven para pronunciar las palabras que se quedan pequeñas, las que levantan la imaginación sin censura.

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En la pasada gala de los Goya, la actriz Sigourney Weaver agradeció a la mujer que la dobla al español por su excelente trabajo. Era la primera vez que una actriz hacia tal reconocimiento en público. María Luisa Solá, de 85 años, vive en Barcelona y estaba sentada en su sofá viendo la televisión cuando escuchó su nombre y las palabras de gratitud de la actriz. Emocionada, pegó un salto y se puso de pie sorprendida. Trabaja en poner su voz desde los años cincuenta a grandes actrices: Mia Farrow, Glenn Close, Helen Mirren, Susan Sarandon, Jane Fonda... No sé si además de eso también les ha dado alma.

En una entrevista de radio, María Luisa contestó a un periodista que hizo mención a la dicción de los actores españoles, algo que llevo preguntándome yo hace tiempo. Admitió que podía mejorarse y que a veces costaba entenderlos. Casi soy yo la que pego el salto porque he ido acumulando una cierta desconfianza por las producciones españolas y no sabía muy bien la razón. Ahora lo sé: hay estupendas producciones españolas, pero los actores fallan en la interpretación vocal. Poseen, no todos, una dicción calamitosa que arrastra susurros impostados que te hacen repetir constantemente «¿qué ha dicho?».

Para enamorar, comunicar, o interpretar hace falta leer mucho en voz alta y con espíritu crítico. Las voces de la Inteligencia Artificial, de los audiolibros o del mismísimo GPS se parecen a la cirugía estética, ni rastro de imperfección, pero tampoco de humanidad, de huellas o sombras. Para doblar la vida de un personaje, darle alma, saber cuándo respira o calla hay que entender mucho de lo que guardamos. Cuando éramos niños los cuentos nos abrían las puertas de la felicidad. La voz tiene poderes mágicos cuando se entiende lo que es la magia.

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