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Desde que Rubiales desapareció de la escena mediática confieso que he pensado en él varias veces. Me supo a poco el finiquito de este hombre macerado en poder y con tantos recursos para mantener tercamente sus errores. Me quedaban flecos de información no resuelta y ... una cierta opacidad respecto a sus controvertidos manejos.
Afortunadamente, hace unos días la Europol y los agentes de la Guardia Civil integrantes de la UCO -institución a la que empiezo a venerar por su tesón- se desplazaron a los domicilios del susodicho y a la sede de la Federación en Las Rozas, buscando documentación sobre los últimos cinco años de su gerencia por supuestas irregularidades en los contratos de la Supercopa en Arabia Saudí. Rubiales estaba sudando la camiseta muy lejos, concretamente en una zona elitista de la República Dominicana. Por lo visto tiene trabajo allí, y posibilidades de negocios. Se sabe que suele alojarse en los apartamentos de Juan José Hidalgo, el hombre tan mentado estos días y perejil de todas las salsas, presidente de Globalia y Air Europa. Según el periódico 'Marca', Rubiales se plantea fijar su residencia allí, pues parece que tiene negocios en el mundo del béisbol e indirectamente en el fútbol.
Como ciudadana, agradecería que me aclararan dónde terminan las responsabilidades de un señor que lidera la Federación Española de Fútbol y dónde empiezan los despropósitos. Nunca llegué a entender que la Supercopa de un país fuera vendida a otro país y que los aficionados se quedaran tan tranquilos, pero yo no sé nada de fútbol; siempre me ha parecido una jungla inexpugnable.
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