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El 28 de diciembre del pasado año me topé con una noticia en el periódico que me hizo suponer que era una inocentada. El titular decía: «Secuestran en Portugal a un empresario del ocio nocturno, de 82 años, le saquean las cuentas y le abandonan ... atado a un árbol en Barcelona». Me parecieron demasiadas cosas para que le pasaran a un señor de edad en ese mes de diciembre tan festivo y disfrutón. Lo imaginé atado a un árbol de los que escoltan Las Ramblas, mirando confundido a los turistas que le fotografiaban creyendo que veían una 'performance' sobre la libertad de expresión. Era el Día de los Inocentes y tocaba sospechar que iban a colarnos alguna noticia disparatada. La desgracia de aquel hombre, a esas alturas de la vida, cuando todo te importa un bledo resultaba un despropósito.

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elcorreo El umbral del dolor