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Pedro Sánchez no se caracteriza por el empleo de un lenguaje claro. Prefiere evitar emplear las palabras que describen con exactitud las cosas o las ... situaciones. Probablemente tenga entre su ejército de asesores varios especializados en eufemismos y cautelas, para que cuando haya que decir 'donde dije digo, digo Diego' el cambio encaje sin esfuerzo. Pero no es solo él quien muestra una sensibilidad extrema hacia determinadas palabras. El escozor afecta a muchos políticos, locales, nacionales o europeos, y estos últimos han estado prestando mucha atención a ese lenguaje belicista que se nos viene encima.
Al plan europeo se le ha llamado 'Rearm Europe'. Nuestro presidente ya ha manifestado que no comparte el término «rearme» para bautizar el esfuerzo que Europa debe hacer para no parecer que el clima de tensión se la trae al pairo. No todos los países europeos tienen o sienten la misma vulnerabilidad ante Rusia; unos prefieren armarse y otros reforzar la seguridad. Meloni opina igual que Sánchez, que encuentra aliados en territorios imprevisibles. Ella, más certera, dice que la palabra «rearme» confunde a los ciudadanos. Los otros, educados en el calvinismo, quieren saber la cantidad exacta que gastaremos en misiles y que empiecen a darse pasos concretos. Las desavenencias de aspecto sutil están sobre la mesa, y el tiempo pasa mientras los bombardeos entre Ucrania y Rusia, arrojan la cifra de más de medio millón de muertos en el país invadido. Pero estamos a salvo, no sé si rearmados o 'segurizados', tenemos un 'libro blanco' y níveo para seguir encajando las pulcras decisiones de este león sin dientes en que se ha convertido Europa.
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